Crónica Islas Medas 2.015 (Patxi Díez de Ulzurrun)

La visita anual que el Club Urtabi realiza a las Islas Medas ha tenido lugar este año entre los días 18 y 20 de septiembre.

El viernes 18, a primeras horas de la mañana, un primer grupo de nueve buceadores se lanzó a la carretera, para recorrer los poco más de 700 kilómetros que separan Bilbao de L´Estartit, puerto base para nuestras operaciones submarinas en esta reserva marina. Tras alojarse en el Hotel Les Illes, preferido también por el pionero Eduard Admetlla, embarcaron con sus equipos en dirección a la Meda Gran, al punto de buceo denominado La Vaca, disfrutando de la claridad de las aguas, la riqueza piscícola y los claroscuros de sus túneles sumergidos.

A esa misma hora, el segundo grupo de submarinistas, de ocho miembros, acababa de abandonar Bilbao en busca del mismo destino, al que llegaron poco antes de las 22:30, con el tiempo justo para cambiar impresiones, cenar algo, informarse de los planes para el día siguiente y dormir un poco.

El día 19 amaneció soleado, prometiendo calidad y calidez en las inmersiones. Con el dolor que suponía madrugar y moderarse en el desayuno buffet, siempre tan completo, los 17 miembros de Urtabi, nos reencontramos equipados para el buceo a las 8:30, para embarcar en el Port de Llança, uno de los dos barcos del hotel. La primera inmersión del día fue en la costa, en la Cala Pedrosa y su islote horadado por el mar. Se trata de una bonita zambullida, durante la que se atraviesa el islote a través de un oscuro túnel en el que se pueden encontrar langostas, congrios, vaquitas suizas y coral rojo, por poner algunos ejemplos. Al salir del túnel, si no se ha visitado la salida alternativa de la derecha o sur, que aporta luz cenital a la parte más profunda del pasadizo, se puede descender de los 20 metros de profundidad en busca de langostas, meros y escórporas, o rodear el islote hacia el sur, girando en torno a un pináculo sumergido que siempre ondea un estandarte en forma de bandada de mojarras, aunque pueden verse otras especies, como salpas, castañuelas, lábridos y serránidos, sin descartar alguna que otra morena, doradas, lubinas o sargos reales. El regreso a puerto, mientras escurren los equipos, se realizó entre sonrisas, camaradería y satisfacción por la experiencia acuática y el buen tiempo.

El resto de la mañana pudimos pasear por el centro comercial de L´Estartit, animado ese fin de semana por la fiesta de los Piratas, con representaciones, tenderetes y actuaciones. Aprovechamos para visitar a Martin, antiguo instructor y divemaster de Les Illes, en su tienda de buceo Scubafix. Hubo tiempo para el relax tomando algo en la terraza del Hotel Coral.

Procuramos comer temprano, y ligero, pues la inmersión de la tarde también era a primera hora, a las 14:30 equipados en el barco. En esta ocasión buceamos en Carall Bernat, una imponente roca de fálica silueta que se eleva 70 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra al sur de las Islas Medas en una zona de corrientes que favorece un rico intercambio de nutrientes para las especies marinas, por lo que la vida es abundante la zona, al tiempo que es visitado por especies como las águilas de mar, serviolas, dentones o barracudas. Entre las especies residentes, los meros, morenas, brotolas, mojarras en grandes bancos, lisas, salpas, anchoas, castañuelas, anthias,  sargos variados, y vida pequeña como nudibranquios (varias especies), esponjas, gorgonias, cnidarios, pólipos…  Esta vez no pudimos rodear por completo el islote debido a la fuerte corriente por lo que avanzamos hasta la zona conocida como «el balcón», a unos 20 metros de profundidad y desde allí regresamos para recorrer la zona cercana a la boya, poblada por meros, y ascender hasta el collado submarino que une Carall Bernat con uno de los Tascons, a unos 6 u 8 metros de profundidad. En este resalte, Andoni nos indicó un lugar en el que un grupo de lubinas permanecían, semi ocultas por las rocas, en formación de ataque, preparadas para devorar alguno de los muchos peces que atravesaban el paso. Al tiempo, sobre la misma laja en que nos apoyábamos, nudibranquios de varios tipos, como la Flabellina Afinnis, o la Cratena Peregrina, en un grupo de varios individuos, permanecían invisibles a los ojos de los que seguían las evoluciones de los depredadores. En algunos agujeros, tímidos corvallos, o corvinas, se ocultaban al percibir la presencia humana.

El sol nos acompañó a puerto, y dedicamos de nuevo la tarde a los paseos, la zona comercial y el trasiego de garimbas. La cena nos resultó más relajada, y, por fin, pudimos aprovechar el buffet como auténticos vascos, plato tras plato, al no estar condicionados por compromisos posteriores, que no fueran los devaneos nocturnos o el propio sueño.

El amanecer del día 20 también fue temprano, pues la mañana estaba condicionada por dos grupos de buzos franceses que adelantaban media hora el horario de la primera inmersión. Nosotros realizaríamos dos buceadas sucesivas con un paso intermedio por el puerto, para cambiar las botellas usadas por otras cargadas. Al ser el grupo con menor número de miembros, tuvimos que dividirnos entre los dos barcos, aunque el destino sería el mismo. Repetimos Carall Bernat, las condiciones habían mejorado: teníamos de frente la luz del sol matutino, no había corriente, y cientos de peces ocupaban varios de los lugares por los que pasamos al rodear la base sumergida del formidable peñón. Destacaremos los meros, las inmensas bandadas de mojarras, anchoas y salpas, los voraces depredadores: lubinas, dentones y doradas en esta ocasión. En las oquedades del fondo, morenas, cabrachos y meros, y por todas partes buceadores, ávidos de contactos e imágenes con la vida salvaje.

Tras esta inmersión, llegó la última, reunidos en la misma embarcación, de nuevo en el lugar conocido como La Vaca. Como nos correspondía la boya más alejada, tuvimos que aletear un rato para acercarnos a la inmensa pared que asoma desde la Meda Gran hacia el mar. En el ángulo más cercano al centro de la isla se encuentra una caverna que suele ocultar siempre a algún mero, y a su lado, es posible ascender a una burbuja por el interior de otra sima. Más hacia la punta de esta alargada península, encontramos los túneles que la atraviesan, descendiendo en la penumbra de los 12 metros a los 24, acompañados por sargos y corvallos. Uno de ellos es un estrecho tubo por el que descender con atención a no tocar las paredes, y que requiere de una presencia de ánimo importante, dada su estrechez. Lo habitual es escoger el gran túnel de altas paredes, con espacio más que suficiente para varias personas a un tiempo. En la parte baja, al salir, es habitual la visita de los meros, que, curiosos, se acercan a consultar si los submarinistas llevan algo interesante. También los sargos pasean a pocos centímetros de nuestras máscaras. En las paredes del lado este o derecho, gorgonias, castañuelas, anthias y otros peces pequeños. En el lado izquierdo y hacia la superficie, distintas bandadas de mojarras y de otros sargos, casi estáticos a diferentes profundidades. Regresamos por el túnel admirando los claroscuros que ofrecen los distintos huecos gracias al sol de la mañana. También en esta salida podremos admirar vida marina: algunos meros, doradas, una huidiza barracuda, y los ubicuos sargos. Vamos regresando al barco con pereza, recorriendo los pináculos cercanos a la zona de La Reina, desde la que nos despiden algunos meros más, cabrillas, lábridos de colorido magistral y castañuelas.

El regreso a puerto se nos hizo breve, con la satisfacción del deber cumplido y el recuerdo de incontables momentos que nos acompañarán siempre y harán que volvamos a repetir destino en ocasiones futuras. Después, el torbellino de cambiarse, asearse, hacer maletas, comer, subirse a los coches, no sin antes bendecir la excursión con una foto de grupo en la puerta del hotel, y partir. En el largo viaje de retorno, conseguimos animarnos gracias al contacto casi constante por whatsapp y a la esperada parada en Pina de Ebro. Aquí, observando las evoluciones de los conejos instalados en ambos lados de la autopista al aire libre, nos despedimos unos de otros, con la segura promesa de poder compartir en un futuro próximo las imágenes y vídeos que ya empezaban a asomarse a nuestros teléfonos.

En esta experiencia submarina (y terrestre) nos encontramos: Andoni A, Juanjo, Jose Ignacio, Javi, Jose Luis, Manu, Jose Andrés, Josemi, Andoni P, Jorge P. Jorge I, Txema, Ekaitz, Jesus, Elena, Unai y Patxi.

6 pensamientos en “Crónica Islas Medas 2.015 (Patxi Díez de Ulzurrun)

  1. Muy cierto. Hemos echado de menos a todos los compañeros y compañeras que otros años han podido venir, y también a otros y otras que, aunque no han venido nunca a las Medas, seguro que les encantaría la experiencia. Acostumbrados a llenar un barco siendo más de veinte, es cierto que este año hemos estado desmejorados en representación, siendo sólo 17. Además, destacaría la presencia de Elena, la única representante del sexo femenino (al menos a título oficial), espero que otros años haya una mayor paridad.

  2. Muy buena cronica Patxi. La verdad es que ha sido un fin de semana genial en el que hemos compartido nuestra pasion por el buceo y buenos momentos en tierra.

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