Posiblemente la del viernes fue la última inmersión del año. El mar aparentemente tranquilo, como una balsa de aceite, aunque alguna ola, de vez en cuando nos hizo ver que no iba a estar tan inmóvil.
Ya sumergidos, encontramos aguas frías (14º) y transparentes, con una visibilidad relativa de unos 8 o 10 metros, mucho para el Cantábrico en noviembre. Relativa porque estaba anocheciendo, y la luz iba filtrándose cada vez menos en el territorio de Poseidón.
Aunque una semana antes pudimos comprobar, de madrugada, que el fondo había cambiado, y que al menos 30 cm. de arena cubrían la zona en la que solíamos ver al caballito de mar, este pasado viernes volvimos a encontrar al Hippocampus Hippocampus, al que no veíamos desde agosto.
Adjuntamos unas tomas más, aunque el movimiento del agua, la arena en suspensión que nosotros mismos levantábamos y la timidez del caballito que procuraba ocultar su rostro no han permitido un mejor enfoque. Además, otro pequeño cangrejillo de anémona, y dos nécoras, una desvergonzada y exhibicionista y otra semioculta en el Lado Oscuro.
(Texto y fotos: Patxi Diez de Ulzurrun)